jueves, 3 de junio de 2010

Josué Kennedy Núñez; un potencial concertista a la espera de una promesa


Cada tarde en una habitación de unos cuatro metros de ancho por tres de largo que sirve de cocina y habitación a Josué, el niño prodigio que a sus siete años comenzó a ejecutar piezas de los grandes maestros sin haber recibido la primera clase de música, se escuchan las notas de un piano que sobresale en la casita parte atrás del populoso sector de Nibaje, atrayendo la admiración de todo el que escucha.Pero no sólo sus vecinos más cercanos han tenido el privilegio de extasiarse escuchando a este niño que con apenas 12 años ha logrado acaparar la atención nacional e internacional.

Hace dos años el ministro de Cultura, Rafael Lantigua, asistió a un concierto suyo en el Gran Teatro del Cibao y le hizo la promesa más ansiada, una beca para un conservatorio de música en el extranjero.Lo que más le duele a Juan Alberto Núñez, padre de Josué, es que el niño haya escuchado esta propuesta pues a diferencia de Julio César Valentín, el presidente de la Cámara de Diputados que ahora es senador, quien cumplió su promesa obsequiándole un piano Yamaha, las palabras de Lantigua se las llevó el viento.

Una oportunidad No importan las veces que este abnegado padre haya tocado, esa puerta permanece cerrada a la posibilidad de forjar la virtud de un niño que sin dudas transcenderá a la historia musical de este país. Mientras tanto, Juan Alberto Núñez trabaja para mantener a su familia de cuatro miembros y procurar la educación escolar y musical de su retoño, a la espera de una oportunidad que le permita llevar a su hijo a otro nivel de estudio y es que con lo que gana no le alcanza ni para enviarlo al Conservatorio de Música en Santo Domingo, como en una ocasión le sugirió el maestro Caonex Peguero.

Josué Kennedy Núñez cursa el séptimo grado en el colegio Hermanos Morillo de su sector y recibe clases de piano en el Centro de la Cultura bajo las instrucciones del maestro Emilio Bonilla, quien le ha instruido en los últimos tres años. También ha recibido las enseñanzas de la maestra Catherine Disla, en la Escuela Hogar de la Armonía, donde ha tenido que parar las clases que recibe a través de una beca, por falta de pasajes para llegar al centro.La rapidez con que Josué aprende a interpretar las piezas de los grandes maestros, ha sorprendido a sus instructores, quienes aseguran que el adolescente aprende en dos semanas lo que a otros les tomaría un año.

En su tiempo libre juega como otros niños, con la diferencia de que a falta de costosos juguetes sofisticados, él mismo fabrica sus juguetes, cuando encuentra un equipo de motor, lo desarma y con objetos desechables fabrica un avión o helicóptero que se eleva ante los ojos atónitos de todo el que lo observa. No cabe dudas, Josué es un prodigio.

Para fines de ilustrar estas líneas, en el pequeño cuarto donde subyace la esperanza, flotaron por el aire notas que inmortalizaron a Fredreric Chopin, Munzio Clementi, Mozart, Beethoven y dos piezas de su autoría "Renacer" y "Sentimiento profundo".

El talento de Josué afloró a sus siete años cuando de visita en casa de una tía, descubrió que el piano tenía notas musicales y comenzó a curiosear, al cabo de una hora ya tocaba "Para Eliza" y "La novena sinfonía" de Beethoven y "Rondón a la turca" de Mozart -cuenta su padre- quien asegura que a los tres días de este descubrimiento tocaba el jazz perfectamente.

Josué Núñez es poseedor de un talento innato, pero necesita un empujoncito que representará un gran salto para la cultura musical, y que llevaría alegría a su barrio, cuyo bullicio a diario él desafía para dejar sus sueños volar.

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